lunes, 28 de marzo de 2016

El cielo y la Eucaristía

Cuando decimos que Cristo "instituyó" la Eucaristía no decimos que la inventó, sino que "la trajo a la tierra". La palabra "instituir" viene del latín "instituere" y significa establecer, fundar, pero si atendemos a su componente léxico veremos que la palabra tiene un prefijo in- (hacia dentro) y "statuere" (estacionar, colocar). En un sentido más radical "instituir la Eucaristía" no ha implicado una invención original, tampoco una creación ex-novo, sino más bien un colocar "entre" nosotros y "en" nosotros un realidad que ya existía en la comunión trinitaria antes de todos los tiempos, esto es, el cielo eucarístico. Así que no es de extrañar que la Eucaristía sea tan central no sólo para Dios, sino para nosotros y los Ángeles, pues el cielo es eucarístico y el centro de la contemplación eterna paradisíaca será la Eucaristía. Y si Cristo es la Eucaristía, la resurrección y la vida de Cristo coinciden con la Eucaristía.

Que en este tiempo de Pascua pidamos la gracia de penetrar el misterio del cielo eucarístico y podamos pregustar ya aquí las delicias del Corazón tierno y misericordioso de Dios. Que seamos ese pan ácimo, sin levadura, que crece sólo por el amor de Cristo que actúa en nosotros y pueda desprenderse de todo lo mundano.

Dijo San Buenaventura:

"Hay en la Santa Misa tantos misterios como gotas de agua en el mar, como átomos de polvo en el aire y como ángeles en el cielo; no sé si jamás ha salido de la mano del Altísimo misterio más profundo."

No reduzcamos el misterio eucarístico a una creencia de presencia. Dejemos que nos transforme la vida poniéndola al centro y aprendamos a ponernos de rodillas delante de ella, adorarla con respeto y veneración, con humildad y conciencia de indignidad. De lo contrario nos perderemos el misterio de la Eucaristía pensando que es "sólo" Eucaristía y luego nos perderemos a nosotros mismos, pensando que podemos acercarnos a ella frente a frente, de igual a igual. Recordemos que estamos más cerca de la nada que de la profundidad de Dios y que es por Él que somos lo poco bueno que de vez en cuando somos.

Bendigamos al Señor. Aleluya. Paz y bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si quieres, deja un comentario