lunes, 7 de noviembre de 2016

Dios sí castiga, permitiendo y por nuestra salvación

Qué tristeza ver que el número dos de la Secretaría del Vaticano, monseñor Angelo Becciu, haya condenado las declaraciones del sacerdote Don Giovanni Cavalcoli tan oficial y tajantemente (véase imagen al pie con la información oficial) hasta conseguir su cese en Radio María (Italia) por decir que los terremotos son consecuencia del pecado del hombre.

Claro que el terremoto no es culpa de ellos en concreto, pero desde luego que Dios castiga y lo hace por justa misericordia permitiendo todo esto.

Ya Dios castigó con el diluvio y luego en Sodoma y Gomorra y hemos visto a donde llevó el comportamiento del Siglo XX, pero veo que la historia es la maestra con peores alumnos y que nunca aprenderemos.

¿A caso el hombre que rechaza a Dios no tiene pendiente su castigo eterno en el infierno? ¿O es que todos vamos al cielo independientemente de nuestras decisiones por esa "misericordia" de Dios?

Todos los males de este mundo son fruto del pecado y éste es personal y social, así como voluntario o inconsciente. Estamos a punto de ver la gravedad de nuestro mal comportamiento y no será por la "ira de Dios" sino para que podamos arrepentirnos y salvarnos.

¿A caso no ha dicho la Virgen en Fátima que vendrán castigos de no convertirse el hombre?, ¿O en la Salette... o, mejor aún, en Akita?

En los mensajes de Fátima:

"...si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia".

Mensajes de la Salette (22 septiembre 1871):

"Grandes castigos sobrevendrán, porque los hombres no se convierten; sin embargo, sólo su conversión que puede detener estos flagelos. Dios comenzará a golpear a los hombres infligiendo castigos más ligeros con el fin de abrir los ojos".

Nuestra Señora de Akita en Japón (3 agosto 1973):

"Para que el mundo conozca su ira, el Padre Celestial está preparando para infligir un gran castigo sobre toda la humanidad".

    o también el 13 de octubre de 1973:

"...si los hombres no se arrepienten y se mejoran, el Padre infligirá un terrible castigo a toda la humanidad. Será un castigo mayor que el diluvio, tal como nunca se ha visto antes".

No es al castigo de Dios al que hay que tener miedo, sino que no haga nada, siga permitiendo nuestra vida blasfema y terminara condenada la mayor parte de la humanidad.

Paz y bien.


Fuentes:

1) Osservatore Romano del 6-11-16 pag.8 (ver imagen original) www.news.va/vaticanresources/pdf/QUO_2016_255_0611.pdf




5) www.corazones.org/maria/salette.htm


miércoles, 2 de noviembre de 2016

Conmemorar la reforma, no es celebrarla

El viaje del papa Francisco a Suecia con motivo de los 500 años de la Reforma Luterana está siendo manipulado por muchas personas y casi todos los medios.

Mucho se critica al papa por sus intenciones más que por la teología desarrollada. Admito que no comprendo bien todos los pasos que da y sobre todo el modo o las formas, pero un hijo no tiene porque entender todo lo que hace su padre. Tiene que fiarse, confiar y rezar manteniéndose unido a su familia y no disgregarla y dividirla con conjeturas y subjetivas deducciones. Con la escusa de que hay que decir la verdad, cada vez se la hiere más y se la vive peor. Con la escusa de que hay que ser fieles al Evangelio terminamos por discutirlo más que vivirlo.

El Papa conmemora la reforma luterana, no la celebra. Y su interés es que también los luteranos entren por la pequeña puerta que lleva la Salvación. Acercarse no es ceder y es preciso no olvidar que la norma consiste en odiar el pecado y amar al pecador.

Cristo también entraba a comer con pecadores y le criticaban por ello, pero son precisamente ellos quienes tienen que sentirse acogidos y aceptados. No confirmados, pero sí aceptados. Ellos tendrán que querer el cambio y seguir la Verdad de Jesús. Pero eso es cuestión de ellos y de Dios. La Iglesia tiene que hacer la vez de Cristo en la tierra, pues es su cuerpo, y llevar a Cristo a todos.

Cristo llegó a mi pobre, insolente y justificada vida por medio de una hermosa y buena mujer que me enseñó con paciencia el camino. No se enfrentó con ataques a mi vida y, sin aprobarla, estando cerca y guiándome poco a poco y con cariño, me ha llevado al altar siendo un hombre nuevo. Ese rescate es el propio de cada cristiano y más aún de la Iglesia. La Iglesia debe de convencer porque atrae, no porque argumenta.

Un buen análisis de esa visita es el que ha expuesto el ex-pastor y fundador de la iglesia pentecostal sueca Ulf Ekman, quien entró en plena comunión con la Iglesia católica en 2014 [1] después de estudiar durante más de 10 años el Catecismo, el Magisterio:

"El Papa  conmemora la reforma, no la celebra. Esta visita a Suecia es única y traerá muchos frutos. Espero con optimismo que la reforma sea reevaluada de una manera más objetiva; qué fue lo que realmente sucedió, cuáles fueron los frutos  los buenos y los malos. Con toda seguridad el espíritu de humildad del Papa dejará buenas semillas, porque el Papa es el más indicado para incentivar el  encuentro y evitar las controversias, porque la visita a Suecia, está inspirada en la caridad y en la consideración. Además habrá en Suecia un antes y un después de esta visita del Papa Francisco".

Como dijo el Papa en una entrevista al director de la revista jesuita sueca Signum, P. Ulf Jonsson, que ha sido publicada en la revista jesuita "La Civiltá Cattolica[2]:

"El entusiasmo debe moverse hacia la oración conjunta y las obras de misericordia, trabajar de forma conjunta para ayudar a los enfermos, los pobres y los encarcelados. Hacer cosas conjuntas es la forma de diálogo más efectiva". [3]

Dejemos de difundir opiniones y centrémonos en confiar, sin pretender saberlo y entenderlo todo. Unámonos en la oración, veamos lo bueno y quedémonos con ello con esperanza. Recordemos que El Espíritu Santo no se va de vacaciones.

Paz y bien