Va a ser que no... Igual que cuando andas el bien, dejas huellas de bien, cuando andas el mal, también dejas huellas. Estas huellas, aunque no queramos, tienen su propia lógica y son por lo tanto identificables de forma lógica. Hoy quiero descubrir un par de ellas que me han sorprendido bastante.
El arcoíris tiene muchas interpretaciones y significados.
Para los griegos, por ejemplo, era una diosa mensajera entre el cielo y la
tierra llamada Iris, hija de Taumante y la oceánide Electra. Sin embargo, la
mayoría de la gente piensa hoy que el arcoíris es un símbolo de libertad que
representa la lucha por la igualdad de los grupos LGBTI. Algo hay de cierto en
esto, porque el artista Gilbert Baker promovió esta bandera y se identificaron,
en un primer momento, las reivindicaciones sociales LGBTI con el movimiento
hippie de la década de 1960, que usaba también la bandera arcoíris. Luego se
crearon diferentes banderas, pero el dato importante al respecto es saber que
este arcoíris estaba formado por 8 colores que luego pasaron a ser 6, siendo
indiferente su colocación vertical u horizontal, en pro de un mayor sentido de
libertad.
Quizás algunos sabrán sin embargo que el arcoíris tiene raíces muchos más anteriores e importantes, ya que está presente en el libro del Génesis del Antiguo Testamento (Gn 9, 9-17), cuando Dios realizó un pacto con Noé y le prometió no volver a mandar ningún diluvio. El arco en el cielo le recordará esa promesa y alianza que él ha establecido. Pues bien, está claro que se refiere al arcoíris que se ve en el cielo en momentos de lluvia.
Pero lo más curioso de todo esto es que gracias al
descubrimiento de Isaac Newton en 1667, sabemos que la luz solar se fragmenta
en siete colores. En efecto, el arcoíris de Dios, el que se ve en el cielo, se
compone de siete colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo (azul
oscuro) y violeta. No es de extrañar que sean 7, puesto que el 7 en la Biblia
tiene un significado muy concreto e importante. El séptimo día es el día en el
que Dios descansó al crear toda la creación, el séptimo mes es el mes en el que
reposó el arca o cuando se reunieron con el rey Salomón todos los varones de
Israel, porque era el mes de la fiesta solemne. Siete son los dones del
Espíritu Santo, los pecados capitales, hasta las palabras que dijo Cristo desde
la cruz durante sus últimas horas de agonía. Está en las 70 veces 7 que debemos
perdonar y siete son los sacramentos y las principales virtudes, porque el
siete es el numero de la perfección, aunque lo es para bien y para mal: 7 son también
los demonios que vuelven al alma que fue sanada y poco cuidada o los demonios
que Jesús expulsó de Santa Magdalena. Y el libro del Apocalipsis, que es libro
de la revelación, es donde más aparece, en concreto 54 veces, para describir
simbólicamente las realidades divinas: las 7 Iglesias de Asia, los 7 espíritus
del trono de Dios, las 7 trompetas, los 7 candeleros, los 7 cuernos, etc.
Aclarada la relación entre el 7 y la perfección de Dios, es
interesante observar cómo el auténtico icono de libertad, de vida nueva, de
alianza, de protección entre el hombre y Dios se represente por un arcoíris de
7 colores, mientras que el de la libertad mal entendida de estos colectivos
haya pasado de 8 a 6. Por un lado, vemos cómo saltan el 7, por el otro vemos
cómo aterrizan en el 6, un número clarísimamente de orden satánico que se queda
a las puertas de la perfección, que es el 7. Además, no he podido no percatarme
que el color que falta a la bandera del orgullo es precisamente el azul, que es
por un lado el color del cielo y por el otro el color de los chicos, donde radica
la masculinidad y, por su puesto, la paternidad, que es el rasgo que más odia
el demonio, puesto que de ello nace la filiación.
Vamos, que si antes pensaba que el orgullo gay había sustraído
un símbolo cristiano para sus libertinajes, ahora me doy cuenta que no sólo no
lo han hecho, sino que se han quedado con una simbología que si bien es
parecida les coloca a las puertas del cielo. Así, como el infierno está alas
puertas del cielo, la práctica mal vivida de la carne y las desviaciones de la
identidad y todas sus heridas, quedan condenadas a estar a las puertas de la
Verdad, viendo como la tienen tan cerca y a la vez tan lejos. Ojalá esta
cercanía sea motivo de conversión y deseo de cambio y no una condena en la
cercanía.
Así que ya veis, los pasos de Dios tienen clave de bien y
los del demonio, lo quieran o no, terminan por descifrarse también con una
lógica maligna. La lógica de Dios es la lógica del amor y de la perfección,
todo lo demás sólo tiene una lógica en tanto que se dirige al mismo lugar de
condena.
Así que el arcoíris es un signo de esperanza, de que Dios no nos abandona y tiene un plan para nosotros. Tiene 7 colores porque la luz se compone de hermosos colores que delatan la perfección divina. Toda la naturaleza habla de ello y recuerda la promesa de Dios, haciéndolo con clase, belleza y orden, sin escatimar en esfuerzos ni gastos. El amor es así de bello. Que el arcoíris nos recuerde siempre que lo grande y bello viene de Dios y va a Dios.
Paz y bien.