A
muchos le habrá gustado la película Coco y veo que ya se recomienda para
profundizar en el valor de la familia y del día de todos los difuntos. Pues no
estoy de acuerdo y voy a explicar brevemente lo que veo que no está bien.
La
película es entrañable, emotiva, simpática
y con mucho color, pero hay varios elementos que no la hacen buena y que
expresan en gran parte la confusión espiritual propia de América del Sur, donde
se confunde el cristianismo y el espiritismo de un modo muy peculiar.
Por
un lado sí es cierto que la película gira la rededor de la vida familiar y que
hay un arrepentimiento que lleva a la apertura a lo que cada cual es llamado a
ser, en concreto la vocación a la música. Sin embargo, es un concepto familiar
cerrado en sí mismo, marcado por el resentimiento, la desobediencia a los
padres, el abandono del padre (muy propio de Disney) y las heridas que suponen,
la falta de comunicación, la imposición de las tareas y de las tradiciones,
así como de la vocación profesional. Es una familia para la familia que vive
una cultura rígida donde la espiritualidad queda relegada al recuerdo más que a
la oración personal.
De
hecho, lo más importante que marca la película como inadecuada es la visión del
mundo de los muertos que ofrece. Los muertos parecen tener una vida placentera,
marcada por la fiesta, el baile, la música, la comida, la vanidad, pero sin
estar ni en un “cielo”, ni en “infierno” ni en un “purgatorio”, sino más bien
en un mundo paralelo más parecido al mundo de los espíritus deambulantes vinculados
al mundo terrenal que a lo que es la tradición cristiana. Hay un lugar al que
tratan de ir y al que, para no desvelar mucho de la película, un personaje
quiere ir, pero que no puede porque nadie casi le recuerda.
Y he
aquí otra tergiversación. La relación entre los vivos y los muertos no es la
oración o una relación personal de los vivos
con los muertos, sino un mero recuerdo. Los muertos que van a un mundo
mejor son los que tienen a su familia poniendo velas en una especie de altar
familiar donde debe de estar una foto del difunto en el día de muertos.
Pero aún
peor es la conceptualización de que los muertos pueden ir a un mundo mejor, que
no aparece nunca en la película, quedarse en un estado de espera, cuya "purga", si así se la puede llamar, no
sirve para nada o pueden incluso sufrir desvanecerse a un lugar que nadie sabe
cómo es y que podría ser una especie de aniquilación donde “se deja de ser”.
Así
que, a pesar de estar muertos, pueden volver a morir, si no son recordados antes
de pasar a un lugar mejor, los muertos pueden seguir disfrutando de fiestas y
bailes, seguir siendo buenos o malos, entregarse a la virtud o al vicio sin
mérito ni pena alguna. Todo lo que importa es ser recordados por alguien en
la tierra, esto es fama y vanidad.
La
película de Coco tergiversa la realidad del bien y del mal, propone una
realidad escatológica altamente tergiversada, altera los conceptos de condena y
beatitud y, lo peor de todo, los mezcla con diversión, simpatía y superficialidad.
Es un
modo perfecto para confundir no sólo al que desconoce la realidad después de la
muerte que Dios nos ha revelado por medio de su Hijo, sino sobre todo al que tiene
alguna idea confusa, ya que se la confunden aún más casi sin que se dé cuenta.
A
esto hay que añadirle el constante concepto, ya presente en muchos dibujos
animados actuales, de alterar lo que siempre ha sido el bien y el mal. El héroe
ya no es héroe por sus virtudes que pretende ser modelo, el malo que siempre
encarnaba lo que había que evitar ya no es realmente malo y puede ser bueno,
como es el caso de los vampiros, los zombis, los condenados, etc. Desde siempre
el vampiro, por ejemplo, era símbolo del mal: vive de noche porque no es un ser de luz, chupa
la sangre porque se alimenta de la vida de otros, teme la cruz porque es
enemigo de la Resurrección, no tienen sentimientos de amor y piedad porque no
tienen alma, etc. Ahora los vampiros son simpáticos, tienen hijos con los
mortales, aman, tratan de integrarse en la comunidad humana, etc. Estas
alteraciones son un modo más del mundo de colar sus ideologías ateas y
despersonalizantes.
No
son éstas las películas que ayudan a consolidar sanos valores familiares, ni
mucho menos proponen una reflexión real sobre el sentido de la vida, las
consecuencias de nuestro obrar o la relación con un creador personal que ha
dado un sentido concreto a lo que ha creado y que nosotros debemos de descubrir
y no inventar y manipular.
Cuidemos
el goteo mundano que entra muy bien por los ojos, especialmente en los de la
inocencia e ignorancia infantil para confundir y alejar de la verdadera Verdad poco a poco.
Paz y bien.
Diego Cazzola
(A posteriori veo que no soy el único en haber realizado observaciones en esta línea. Cfr: www.actuall.com/familia/cpor-que-coco-la-peli-de-pixar-sobre-los-muertos-no-es-del-todo-adecuada-para-ninos)