viernes, 1 de septiembre de 2017

Sexo y sexualidad. Dos conceptos que no debemos de confundir.

El siguiente artículo[1] aunque se escriba desde un enfoque puramente cognitivo-conductual (la lacra de la psicología católica hoy en día) es interesante, pero la reflexión y los matices que os propongo a partir de éste creo que pueden iluminar algo que sigue oscurecido.

Me gustaría empezar por matizar que el concepto que utiliza de sexualidad no es el concepto integral católico. La sexualidad correctamente entendida, es el modo de manifestarse como varón o mujer y que envuelve a toda la persona, no sólo la dimensión erótico-afectiva (y menos aún en su reducida dimensión corporal). La sexualidad, así entendida, no es una mera “parte” de nuestra vida ya que en la persona humana, al ser corporal, todo se expresa de forma sexualizada. La sexualidad interviene siempre: cuando pensamos, abrazamos, damos un apretón de manos, cuando observamos a alguien, nos vestimos, escuchamos a un amigo, etc. Todo lo hacemos como varón o como mujer (aunque ahora esté de moda abandonar la línea divisoria y remezclarlo todo).
Evidentemente el problema no es de Elena, que ha escrito unas magníficas reflexiones sobre las influencias de la alteración psíquica ordinaria (ansiedad y estrés) en la relación sexual, sino en que no existe aún vocabulario que distinga todos estos conceptos adecuadamente.

En este sentido Elena no está hablando de la sexualidad, sino de la influencia de la ansiedad y el estrés en el acto sexual más íntimo (que deberíamos poder llamar conyugal). Por eso se centra en las alteraciones del deseo sexual, la excitación y el orgasmo. Pero hay que entender que correctamente la sexualidad es la dimensión más propia del ser humano, no sólo una conducta limitada a la relación intima del placer.

Finalmente me gustaría aportar una idea.

Muchos de los problemas sexuales de hoy en día se deben a que el acto sexual está cada vez más desvinculado del amor a la persona con el que se comparte y a una expresión de donación total mutua de los implicados. Al no ser la donación esponsal y personal el centro, la atención se enfoca más en el éxito de la conducta: conseguir más placer, ejecutar bien el acto sexual, la satisfacción sensible del momento, dar la talla, etc. Esto incrementa los problemas porque si importara más el amor, no adquiriría tanta relevancia el placer físico o el dar la talla. En las relaciones sexuales matrimoniales a veces se llega a un orgasmo mejor, otra no tanto; a veces se llega juntos, muchas otras veces no; a veces hay mayor frecuencia en el acto sexual, otras menos, pero siempre hay la tranquilidad de saberse amado por el otro por quienes somos, no por el desempeño sexual en la cama. Por eso, un matrimonio bien vivido facilita el descanso sexual que elimina la vergüenza, el miedo, los complejos y mucho más.

El único fallo por lo tanto que le encuentro al enfoque del artículo, es en el consejo final.

Si se sufre de problemas sexuales, lo primero que hay que ver es si se están viviendo de forma ordenada. Es preciso revisar con sinceridad si el corazón está puesto en el acto sexual o en la persona, si la donación es plena (posible sólo en un acto matrimonial basado en una amor fiel, total, voluntario, fecundo, sincero y libre) o si se ha transformado (como ocurre a menudo hoy en día) en un instrumento de placer mutuo o individual (ambos están mal).

Y la guinda del pastel es recordar lo siguiente: todo acto sexual recuerda un deseo de ser amado y aceptado incondicionalmente. Al ser corporales y al ser lo sensitivo tan presente, la excitación sexual llama mucho la atención, pero centrarse en ella sin darse cuenta del alcance de su origen y de su fin (que es trascendental), sólo acrecienta ese deseo generándose en nuestro interior un vacío cada vez mayor que deteriora todo nuestro estado psicológico, espiritual y, por lo tanto, social.

Así que si tienes problemas con tu mujer, habla con ella, no con un profesional, trata de amarla de verdad, estar en paz con Dios y la ley moral y verás como todo empezará a enderezarse y puede que encuentres no sólo el placer, sino la paz interior.

Paz y bien.





[1]  Del blog de La Consulta Doctor Carlos Chiclana escrito por #DraElenaSerrano. "Ansiedad y sexualidad" http://abcblogs.abc.es/sexo-salud/2017/08/31/ansiedad-y-sexualidad-conversan/#.WafTeoS2GuI.facebook

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